Una buena amiga del blog llamada Silvia, que por cierto tiene un blog también, se ha pasado por aquí para aportar varias cosas y después de pedírselo nos ha pasado su historia que aquí publico con su consentimiento.
Mi nombre es Silvia, tengo 20 años y soy de Madrid. Hoy hace un mes y seis días que vivo con un catéter doble J en mi uréter derecho y escribo para compartir mi experiencia con todos aquellos que estén pasando por esto, por si les puede servir de ayuda.

Los primeros síntomas de que algo no iba bien por «ahí» fueron hace un año. Mi novio vive fuera de la ciudad y cada vez que le veía y manteníamos relaciones la infección de orina era instantánea. Debo aclarar que nuestras condiciones higiénicas eran las idóneas (no vayáis a pensar que somos unos guarretes, jaja). Durante ese año llegué a tener 10 infecciones de orina: 8 cistitis (infección en vejiga) y 2 pielonefritis (infección en riñones), que curiosamente siempre era en el lado derecho. Consulté al ginecólogo, pues consideré que sería un problema relacionado con las relaciones sexuales, y me recetó CISTITUS: unas pastillas (aunque también lo venden líquido, como un jarabe) hecho de extracto de arándano rojo que ayuda y mejora el funcionamiento del sistema urinario. Según el ginecólogo esto me reduciría las infecciones pero no las anularía por completo. La última, en verano de 2010, fue pielonefritis. Me tuvo en cama una semana, con unos dolores de costado horrorosos, 40 de fiebre y muy enferma. Después de este episodio no dudé más en ir al urólogo, pues estaba claro que algo no iba bien.

Dicho y hecho: a mi vuelta de vacaciones fui, y tras una ecografía encontraron el problema: varias piedras en el riñón y otras tantas en el uréter a la altura de la vejiga atascadas (una de 11mm). Además, me diagnosticaron duplicidad renal derecha: una malformación congénita que no tenía por qué dar problemas, según me informaron, y que realmente no era el problema de la formación de las piedras, pero ahí estaba. El problema era que mi uréter se estrechaba demasiado a la altura de la vejiga y no dejaba suficiente paso a la orina por lo que se almacenaban residuos ahí, que con el tiempo pasaban a ser piedras. Todos tenemos estrecheces a lo largo de nuestro uréter, pero a mí se me estrechaba demasiado y en un lugar poco idóneo.
El 20 de diciembre de 2010 me sometí a una operación en la que me «abrirían» la zona del uréter demasiado estrecha (o darían de sí, como queráis llamarlo) y, de paso, me introducirían un catéter doble J para una mejor expulsión de las piedras. El despertar fue horrible: tenía unas ganas de orinar incontenibles, aunque al parecer algo absurdas ya que tenía una sonda puesta. Pero bueno, al poco se me pasó. Al día siguiente me quitaron la sonda, por lo que ya podía ir al baño por mi cuenta. Y nada más ir al baño a hacer pis cayó una «avalancha» de piedras que no os podéis imaginar. Para quien pueda estar leyéndome, no os preocupéis porque no duele nada, aunque es una sensación rara. Estuve orinando piedras tres días, muchas chiquititas, alguna que otra un poco más grande, y dos de aproximadamente 1cm de diámetro (increíble que eso pueda salir por ahí).
Hasta el momento, mi vida con el catéter doble J iba bien. Claro que al llegar a casa entendí por qué me estuvieron suministrando calmantes durante esos 3 días que estuve ingresada. ¡Ay amigo! Porque portar un catéter doble J no es tan fácil como te dicen los médicos, no no, ni mucho menos. Los primeros días me dí cuenta de que no aguantaba las ganas de hacer pis. Osea, podía aguantar en cierto modo, pero cuando me venían las ganas o iba corriendo al váter o me lo hacía encima. De hecho, y tristemente, tengo que confesar que se me ha escapado encima 2 veces. ¡Horror! Otro síntoma que me vino al poco fue el escozor al orinar (ese del que tanto te avisan los médicos). Un escozor igual que cuando tienes infección de orina pero peor, porque como vas al baño cada 15 minutos es casi continuo. Lo que antes era algo normal, ir al baño a hacer pis, pasa a convertirse en una pequeña tortura. Cuando llevas 4 días, bueno, pero después de 1 mes que llevo yo, ya no lo soportas más.

A las 2 semanas de portar el catéter mi novio vino a Madrid y mantuvimos relaciones, pues según mi médico no había problema. Bueno, no había problema… relativamente. Después de la primera vez, fui al baño a orinar y me salió muchísima sangre. Me asusté mucho al verlo porque, aunque la sangre es muy escandalosa, hasta entonces no había orinado un pis tan rojo-anaranjado. No tenía dolor en el costado y todo seguía igual excepto eso, así que no le dí más importancia, pues si algo fuera mal tendría mucho dolor, fiebre, etc. Sin embargo, cada vez que teníamos relaciones salía sangre, así que corté todo intento de tener sexo. Sé que no es malo mientras portas un catéter doble J, pero no me entusiasmaba la idea de orinar sangre.

Una vez mi novio se marchó, seguí orinando sangre pero ya sólo en ocasiones puntuales y en menor cantidad. Leí en Internet, y en este blog, que era algo normal, lo que tranquilizó bastante. Pero a principios de enero de 2011 empecé a tener otro síntoma: unos dolores en el costado que no eran normales. Solo estaba cómoda tumbada boca arriba. No podía estar de ninguna otra manera: ni de pie, ni sentada, ni tumbada de lado… Llevaba 24 horas y el dolor no remitía, aunque tampoco aumentaba, así que decidí ir a urgencias por si acaso. El resultado fue NADA. Simplemente al moverte tú mismo o al moverse el riñón (por dentro, me refiero) el catéter se mueve y puede coger alguna «postura» mala que te pueda producir dolor. ¡Y tanto que te produce dolor! Me aconsejaron que permaneciera acostada en la cama y que buscara una postura en la que estuviera cómoda de manera que el catéter se «recolocara». Y bueno, después de casi 48h muerta de dolor el condenado volvió a su «sitio» y a su molestias normales. Esto me ha vuelto a pasar en dos ocasiones más, y también me ha llevado lo suyo que dejara de doler. Aconsejo tomar paracetamol, que es lo que me mandó tomar el médico para el dolor y va muy bien.

Hace unas semanas fui a hacerme una radiografía para ver si con el catéter puesto habían salido ya todas las piedras o si aún me quedaban. Y justo hoy, he ido a hacerme una eco. Parecer ser que no queda ni una sola piedra ni en riñón ni en uréter, a lo sumo les ha parecido ver una muy pequeña en el riñón de 2.5mm que podría salir sola y sin dolor perfectamente. Así que, tras un mes y 6 días, puede que en la consulta de esta tarde oiga esas palabras tan ansiadas en la que ordenen la retirada del catéter. De verdad que no veo el momento de que me lo quiten y de volver a tener una vida normal, pues hace ya mucho olvidé cómo es ir al baño sin tener que retorcerte. No me importa lo molesto, doloroso, incómodo, que sea la extracción del catéter; solo quiero volver a mi vida normal.

Desde aquí, mucho ánimo a todos aquellos que están pasando por esto de portar un catéter (ya sea doble J o no) y pensad que todo tiene un final, que todo termina, y que cuando lo haga será porque ya estaréis curados. Las molestias habrán merecido la pena finalmente. Gracias por leerme y gracias a José por publicar mi vivencia.

¡Un saludo!
Gracias Silvia, la explicación es excepcional y me siento identificado y creo que otros amigos también en muchísimas cosas de las que dices. Espero verte más por aquí pero ya totalmente recuperada…

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