El cuento de la memoria del médico que era, pero no parecía y los rabos de pasa

por | 13 Ago 2018

Me cuentan la historia de un paciente que tiene una patología poco frecuente, tanto que en un hospital “grande” se dan una media de uno o dos casos (como mucho al año). Cuando digo poco frecuente, no estoy aludiendo a algo grave de “vida o muerte” como se suele decir, pero si lo suficientemente importante como para pasar por quirófano y posiblemente varias veces porque en la primera intervención lo normal es que no se solucione totalmente. El facultativo en cuestión prácticamente lo único que le dice y sin casi levantar la mirada de la pantalla es “Buenos días, le he metido en la lista de espera para ser operado. Hay una demora de casi un año. Ya le llamarán para el preoperatorio. Muchas gracias”. No se puede negar la corrección absoluta y la gentileza, más discutible sería la educación (no solo ser educado es hablar de usted, hay un decoro mínimo de mirar a los ojos al interlocutor), la empatía y sobre todo la información facilitada. Refiriéndome a esto último de la información facilitada, el galeno no dio ninguna explicación de en qué consistía la operación de motu propio y poco más ante las preguntas del paciente. Sus respuestas eran “tranquilo, irá bien”, “no sé lo que nos encontraremos”, “ya veremos el tiempo”, etc. Pónganse ustedes por un momento (esto lo digo de forma retórica, porque cada vez confío menos que alguien se ponga en el sitio del paciente) que se encuentren en este caso… ¿qué harían?… Se presupone la profesionalidad del médico y es algo en lo que el paciente casi siempre confía, pero muchas veces la duda te entra cuando no empatizan contigo, cuando no te transmiten seguridad, cuando no responden a tus dudas. Está mal decirlo, pero el refranero español tiene razón en eso de “no solo hay que ser sino parecer”. Volviendo a la película que les vengo contando, resulta que el paciente posee un seguro privado y como en cuatro citas del hospital público no le han solventado prácticamente nada, comprueba que el susodicho médico está en su cuadro médico de pago, con lo que toma cita con él. Tres veces acude a su consulta privada donde las citas no duran más de 5 minutos (y exagero el tiempo) pero no porque el paciente no insista sino porque el médico, perdónenme la expresión “le ventila de manera rápida”. Es cierto que en estas consultas privadas obtiene prácticamente por “interrogatorio” algo más de información, pero no se crean que mucho más. Prácticamente faltó que el enfermo sacara un flexo y enfocara a los ojos del médico cual si fuera un oficial de la Gestapo. Bueno, lo de enfocarle a los ojos hubiera sido imposible porque no levantaba la cara del papel o del ordenador… Si además de todo lo contado no les parece suficientemente aclaratorio de cómo es el tet-a-tet de este médico con el paciente, les doy un dato más que para mi es muy significativo. En todas las 7 visitas, entre público y privado, no se acordaba del paciente ni cual era su caso. Tuvo que volver a leer el historial y/o preguntar. Yo no digo que se acuerde del nombre, que no hubiera estado mal, pero siendo una patología tan “extraña” que menos que tener un poco de memoria del caso. Sé que ahora saldrán los que me dirán “es que pasan muchos pacientes”, “es que tiene muchos casos”, “es que son muchas preocupaciones”.  Y yo les respondo “cierto”, pero les voy a dar dos datos más:

  • El paciente y el médico tienen un apellido muy poco común (el mismo) y este último le preguntó en la primera visita al paciente de dónde procedía por haber leído el apellido y casualmente son de la misma zona…
  • La última visita a la pública fue un día a las 13:00 horas aproximadamente y esa misma tarde a las 16:00 horas aprox. (tres horas después) tuvo cita con él en la privada y ¡no se acordaba!

Me pregunto como se ha podido sacar la licenciatura en medicina y una especialidad con tan poca memoria. O quizá ¿tenga memoria selectiva y no le interesen determinadas cosas (los pacientes)? ¿Será qué está quemado ya (no es nada mayor)? Me asaltan muchas más preguntas que son muy fuertes y prefiero no ponerlas porque estamos en “horario infantil”. Decía mi madre que no tenía apenas estudios, pero es muy sabia, que lo mejor para la memoria es comer rabos de pasas. Pues le regalaremos una caja de pasas con sus buenos rabillos a ver si así se acuerda un poco más. La lastima es que los rabos de pasa solucionan la memoria, pero no la empatía, la profesionalidad y la vocación… o eso creo. Le preguntaré a mi madre.

 

Datos anexos basados en hechos reales: Antes que me pregunten, no daré nombre del médico, pero si les digo que no es urólogo, es traumatólogo. El hospital en cuestión es el más grande de Valencia y el paciente les puedo jurar que lo conozco muy, pero que muy muy bien.

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